La Rioja, pueblo autónomo
Nuestra tierra, La Rioja, ha servido desde siempre de puente para unir diversas culturas, culturas que nos han aportado bastante elementos a este cruce de caminos entre Castilla, Vasconia-Navarra y Aragón; y de todo esto ha nacido la idiosincrasia de todo un pueblo al que podríamos llamar mestizo. Mestizaje no es, ni debe ser tomado como adjetivo despreciable sino, por el contrario, unión de todo lo seleccionado por su calidad.
Somos un pueblo y, como tal, peculiaridades propias nos sobran, pero, tal vez, las que mejor reflejan al riojano sean la amabilidad denotada con todo aquel que visita nuestros lugares; llaneza y sinceridad al hablar y, por último, la gran despreocupación que
poseemos. Derivada de esta despreocupación, es la gran alegría y optimismo, que
también nos caracteriza, y la costumbre tan arraigada en nosotros de que nos
solucionen los problemas desde arriba, desde el poder, hoy desde Madrid. Dicha
costumbre proviene de la falta de autogobierno que La Rioja ha tenido, siempre
ha estado unida a un poder superior que la ha adoptado bajo su jurisdicción.
Hablo en este momento de la Corona de Castilla desde el siglo xi y ya a partir de la configuración de
España como tal, de la capital Madrid. Fuimos unidos a un pueblo al que no
pertenecemos, se nos ha querido despojar con esto de nuestra personalidad;
incluso se ha llegado a cometer el gran crimen de robarnos nuestro nombre
histórico, el cual si ha logrado perdurar ha sido porque los riojanos lo hemos
sentido y porque es el gran concepto bajo el que se unen las gentes de cada una
de las comarcas riojanas, comarcas bien diferenciadas unas de las otras.
Tras la muerte de Franco y el
derrumbamiento de la dictadura, los gritos de autonomía han salido de su
letargo de 40 años y se han hecho oír. La Rioja como pueblo español comenzó a
pensar en su posible autogestión, pero he aquí que ni tenemos nuestro verdadero
nombre, ni tenemos afán de lucha, tan sólo una minoría muestra su rechazo a las
miras de los partidos políticos que apuntan, unos hacia la anexión a Castilla-León
y otros a Vasconia. Esta situación ha ido cambiando y ahora es una mayoría del
pueblo riojano la que muestra su esfuerzo cuya finalidad no es otra sino
encontrar un hueco para La Rioja en una España de autonomías. Poco a poco
avanzamos en el proceso de autogobierno iniciado por el ayuntamiento logroñés
al pedir la autonomía para esta tierra que tanto amamos. Dos días han sido
dedicados a nuestra espina y no fueron lo bastante aceptables para estar
orgullosos, ¡pero lo estamos! Porque allí en Nájera y en Haro se mostró que el
pueblo riojano empieza a concienciarse de todo aquello que nos hiere.
Ya en vísperas del III Día de La
Rioja, un hecho esperado se ha producido: la Provincia de Logroño pasa a
llamarse Provincia de La Rioja tras un largo proceso de engaños, promesas y
olvidos, y por fin un día de septiembre se logra incluir la cuestión en el
orden del día del Congreso de los Diputados. ¿No podrían haber hecho el hueco
meses antes? Anécdotas curiosas sobre este hecho que tanto nos regocija abundan:
desde la interpelación por parte de un senador socialista para saber de la
situación, con el resultado de todos sabido, ¡nada! y la agilización de los
pasos tras haber sido un diputado del partido centrista el que preguntó, al
gobierno UCD; hasta la de la aprobación por mayoría con tan sólo cuatro votos
contrarios, votos de diputados en plena siesta que habían dejado encendido el
botón del No. Un partido político de la regionalidad vecina de Vasconia
manifestó en varias ocasiones su oposición a la propuesta de ley: el PNV argumentaba
que en el artículo segundo , que hacía referencia a lugares en cuya
denominación apareciera la palabra
Rioja, dictando la norma que nada variaría en ellos, no aparecía expreso el
nombre de la Rioja Alavesa. También temían sobre el futuro de la DO Rioja para
los vinos de la comarca alavesa.
Bueno, todo esto ya es del pasado
y ahora que somos la Provincia de La Rioja, que tanto ansiábamos, debemos
pensar en el anteriormente citado III Día de La Rioja a celebrar el próximo 12
de octubre, en el que deberíamos presionar a los partidos políticos para que el
tema autonomista lo traten de veras en serio y no con esos fines electoralistas
que todos podemos apreciar.
El estatuto de autonomía para La
Rioja es de los riojanos, por ello exigimos información, porque hasta ahora no
se sabe exactamente lo que sucede. Todavía no conocemos el procedimiento
electoral: nueve comarcas, cinco comarcas o una sola circunscripción electoral
por La Rioja entera. En cuanto a competencias, tendremos por el artículo 143 de
la Constitución las mismas que por el 151 aunque el camino a recorrer sea más
largo. Podemos financiar nuestra autonomía con la tributación de otras regiones
en la compra de nuestros productos del lugar: vino, hortalizas, industria y con
el tributo del bingo, somos la tercera provincia que más juega de España. Somos
una región rica, de las primeras renta per
cápita y de los mayores índices de crecimiento de la misma y con un gran
futuro por delante gracias a que las zonas de producción alimentaria van a ser
imprescindibles. Con todo, podemos mejorar las comunicaciones, condiciones
sanitarias, nivel de industrialización, etc.
Claro está que no podemos
afrontar todos los problemas en solitario como tampoco pueden los demás por lo
que los contratos de cooperación ente comunidades autónomas los debemos incluir
en nuestro programa de autogobierno y realizar pactos con Burgos y Soria en
cuanto a extinción de incendios forestales y otros servicios relativos a
nuestro montes; con Navarra y Aragón respecto al tema de la gestión del Ebro y
su cuenca; y tantas cosa que se podrían decir.
España va a ser un nuevo estado
en el que las autonomías cuenten y la de La Rioja como una más. El peligro
estriba en que si se llevan mal puede aparecer una enemistad y confrontación de
los pueblos hispanos, cosa que realmente sería el caos para todos.
“Riojanos, el futuro de esta tierra
lo hemos de hacer entre todos
y ya no hay quien nos pare” (1)
A pesar de tener sólo 17 años y expresar gran ingenuidad en algunos aspectos de
mis escritos; aparte de un lenguaje, ciertamente pomposo, (ridículo) considero que tuve
visión de futuro.
(1) De la canción La Rioja empieza a caminar de Carmen Jesús e Iñaki.