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La fiesta de los toros

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Desconocía los detalles anatómicos de tan bella criatura. Gracias a Juan José ahora entiendo que las banderillas son al toro bastante menos que un alfiler al hombre, y que los puyazos del picador no son sino agradables estímulos que el toro agradece y solicita arrimándose. Es por ello que la sangre ni desgasta, ni incomoda, muy al contrario: puesto que la sangre controla la temperatura del cuerpo, su perdida consigue un efecto refrigerante en las calurosas corridas de toros que el toro, insisto, agradece, además de decorar su sosa y a menudo monocromática capa. Por supuesto que la gloriosa muerte en el ruedo es comparable al "bellísimo espectaculo" de dos gladiadores luchando a muerte para solaz regocijo de quienes dirigen el cotarro, y la plebe que por no tener dos cojones y volverse contra sus explotadores, prefieren volcar sus frustraciones en la fiesta nacional. Por cierto, español soy y a mí no me gusta ni me representa esta actividad, que sin prohiciones y sí