Sobre mí



DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS


1.- Condeno el uso de la violencia y el insulto

2.- Por tanto, no me interesan la personas que usan de ello cuando pretenden debatir.


Mi nombre es Ignacio Achútegui Conde aunque, excepto mis padres y alguno más, casi todo el mundo me llama Nacho. Nací en Logroño en 1963.

A los once años organicé una huelga contra la violencia en las aulas y en concreto la de un profesor cuyo nombre no viene a cuento, ¡allá él con su miserable conciencia! Corría el año 1975, el general aun vivía. Pero el asunto venía de antiguo, la señorita de párvulos —auténtica bestia negra de la educación ya nos pegaba. ¿Cómo se puede agredir a un niño de cinco años? Claro que organizarla con esa edad hubiese sido todavía más prematuro. Aquello me marcó; con once años había explotado mi rebeldía y jamás la abandoné. Debido a esto y a los malos resultados académicos me enviaron al exilio: dos años y dos veranos interno en Tudela y  Sigüenza.

Estudié 7º y 8º  de EGB en los Jesuitas de Tudela. Posteriormente hice el BUP en los Marianistas de Logroño. Jesuitas y Marianistas, ¡cuánto les debo! En ambos colegios coincidí con sacerdotes venidos de Latinoamérica. Su experiencia con la opresión militar del poderoso contra el pobre, unida al humanismo cristiano que me legaron mis padres —¡cuánto les debo también!— y del que pronto desgajé el  matiz cristiano, y... no olvidemos que estábamos en la Transición, forjaron el carácter rebelde e idealista que me caracteriza. Creo que algo se me nota.

Toda la efervescencia política que se desató en España me pilló en la adolescencia. Coqueteé con partidos de izquierda, aunque nunca me afilié. He trabajado en movimientos sociales, en temas de solidaridad (apoyo político, económico, envío de medicamentos y ropa); autonomía de la Rioja; ecología; también en pacifismo, objeción de conciencia e insumisión a la mili, al ejército y a la prestación social sustitutoria. Siempre he antepuesto mi conciencia (así me ha ido en tantas ocasiones...). Dejé todo esto por cansancio, desencanto y por dedicarme al trabajo y a la familia. 

Sin embargo algo ha cambiado en la actualidad: mucho de aquello por lo que se luchó en los principios de la Democracia está en peligro. La situación actual es muy grave y me ha vuelto el gusanillo. No dispongo apenas de tiempo —y, tal vez, de ganas— para estar en primera línea, pero desde la retaguardia, con mucha rabia e ilusión, aporto lo que creo  conveniente; sobre todo con mis escritos cargados de subversión, optimismo y... pienso que mucha razón (perdón por la soberbia). 

Defiendo un cambio radical en las estructuras de poder y de estado que viene a ser lo mismo. Desde el mismo rey hasta el más simple concejal de pueblos minúsculos. Esto ya no se sostiene más. El chollo público debe acabar. La presión popular debe obligar, poner a cada cual en su sitio, exigir responsabilidades y castigo a quien corresponda. Tarea complicada hacerlo de manera TOTALMENTE PACÍFICA, pero la no colaboración con el régimen (y esto comienza a serlo), negándoles nuestro voto, es la única opción viable que nos libre de un estallido social violento o de seguir perpetuando la actual prostitución del sistema democrático.

Hace unos años me afilié al Partido Riojano que es donde creo que siempre debí estar desde que en mi adolescencia me abracé a La Rioja y su causa regionalista.

Logroño, noviembre de 2019