Consideraciones sobre nuestra democracia

La consideración última sobre democracia sí o no, no debe estar empañada por los errores que mancillan esta democracia. Está claro que sí, democracia sí, pero no de cualquier manera; no de esta manera. Las actuales formas, que sirvieron en su momento para hacer posible el tránsito de la dictadura hacia un régimen democrático, se han quedado obsoletas y se necesita un cambio de las estructuras para avanzar en derechos y en una mayor representatividad de la ciudadanía.

La clase gobernante, con sus actitudes y aptitudes, se aleja del concepto de cercanía, algo consustancial a la democracia. El divorcio existente entre administradores y administrados nace de la opuesta dirección que han tomado los intereses de ambas partes en una clara prostitución del sistema. El español de a pie necesita de quien pueda solucionar sus problemas como sociedad y como individuo y sin embargo, aquellos que fueron elegidos para ello se han convertido en el principal problema.

Unos dirigentes insensibles a las demandas sociales no sirven para avanzar  en democracia, ni en justicia, ni en orden, ni en paz. Los casos de corrupción no ayudan sino a soliviantar al pueblo; y la ceguera, que no imparcialidad, de algunos jueces acrecienta el malestar.

Crear una crisis económica y financiera, brutal como ninguna otra; que la paguemos los de siempre, los de abajo; y con ello justificar el retroceso en libertades y derechos son los mayores crímenes democráticos que se han ejercido desde la muerte del dictador, ese que tantos miembros del partido gobernante añoran. Claro que quienes en su momento se proclamaron adalides del pueblo… lo que han dejado claro es que también se han servido de él para medrar a gusto. Aquí hay para todos, derechas e izquierdas. El sistema está podrido desde la raíz.

Habrá que indagar en nuevas reformulaciones para nuestra inmadura democracia. La crisis institucional exige planteamientos nuevos que ya son antiguos por cuanto llevan años siendo exigidos por amplios sectores de la sociedad.

Habrá que pensar que el cargo de Jefe de Estado no puede ser hereditario. Este punto es algo básico por higiene democrática y más aún en un país donde el trabajo es un bien escaso. A Juan Carlos se le puede —se le debe— reconocer su  labor en la transformación del régimen; no fue el único responsable, supo acompañarse de personas de preclara mente que condujeron España hacia el camino de la reconciliación. Agradecido por sus servicios pero es momento de dar un paso adelante. Su hijo Felipe, puede ser el heredero mejor preparado para ello —seguro— pero también lo están millones de españoles que esperan su turno para ejercer un  trabajo digno con que ganarse la vida. Decía que… por higiene democrática y así es: porque una democracia no es plena si no podemos elegir a nuestros dirigentes. La República se hace necesaria.

Habrá que cambiar las leyes electorales para que el reparto de escaños sea totalmente representativo de la sociedad española. No puede ser que un 15 o 20% de españoles se queden sin representación. La actual ley D’Hont no sirve.

Habrá que eliminar estamentos oficiales totalmente ineficaces, entiéndase el Senado. Una cámara de repetición con escasa utilidad, cuando es el Congreso quien tiene la última decisión, y que nos cuesta a los españoles casi 52 millones de euros (más de un millón por cada español). En este costo se incluye la estupidez de los pinganillos de traducción simultánea cuando todos los senadores hablan el español. Durante el golpe de estado del 23 F, Gobierno y Congreso estuvieron secuestrados, el Senado —entonces, única delegación de la soberanía nacional en libertad— ni siquiera se reunió.

Habrá que dotar de verdadera autonomía a los municipios para que como administración más cercana al ciudadano sirvan de verdadera correa de transmisión en el sistema ciudadano-municipio-comunidad-estado. Suprimir la duplicidad que suponen las Diputaciones Provinciales y adelgazar hasta el máximo el número de cargos, carguitos y cargazos que, más que a la sopa boba, bien se nutren de lo más excelente, cuando el hambre, plaga antaño erradicada en España, comienza a aparecer de nuevo.

Habrá que forzar el reconocimiento real del voto en blanco como legítima opción, traducir su porcentaje en escaños vacíos. Así quedaría reflejada la sensibilidad de quienes quieren participar de la fiesta democrática pero no encuentran con quien bailar.

Habrá que perder el miedo a salir a la calle a reclamar lo que es nuestro. El futuro negado durante siglos y que había comenzado a ser para todos, no puede ser cercenado por esta manada de hienas con cargo público con la complicidad de nuestro silencio. Nos jugamos mucho en cada proceso electoral, y si el binomio PP-PSOE funciona de hecho como una “entente cordiale” —aunque de cara a la galería lo disimulen— habrá que buscar en otras formaciones políticas, aún a riesgo de que también nos traicionen. No podemos seguir repitiendo desde octubre de 1982 el mismo esquema cuando este no carbura correctamente. No  nos dejemos vender la moto.

“Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad”
 J. A. Labordeta, Cantautor.

“¡A la mierda, joder!”. 
También de J. A. Labordeta, Diputado del Congreso.


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