Paz
PAZ
Ahora
que se acerca la fecha del recurrente simulacro anual de paz y amor quisiera
reflexionar un tanto sobre ello. Llega la Navidad y cada cual felicita a cada
quien deseando un prospero año nuevo. Las mejores intenciones son renovadas de manera
recurrente en estas fechas. Sin embargo, se deja mucho que desear en cuanto al
respeto a los Derechos Humanos que es lo mismo que procurar el bien al prójimo.
En
los últimos tiempos asistimos a un crecimiento del sentimiento ultraconservador
y de extrema derecha que se manifiesta en ataques a las libertades,
negacionismo del cambio climático, negacionismo de la violencia de género y
justificación constante de la xenofobia, etc. Los ataques terroristas del
islamismo radical causan este efecto entre un sector de la población y…, aún
más grave, entre los políticos que hacen bandera de su oposición total a la
libertad religiosa, libertad de expresión, libertad de circulación... promoviendo el «Una, Grande, Libre» de manera más o menos disimulada.
El
problema es que se está radicalizando el discurso en Europa. No todos los
árabes son terroristas. De hecho los refugiados huyen de la miseria y la
barbarie que crean los terrorismos de estado y los terrorismos insurgentes; los
primeros para mantener sus dictaduras, los segundos para instaurar las suyas.
En
vez de reclamar contra los refugiados se debería trabajar para evitar su
necesidad de huir. Formar una cultura democrática en sus países, en su
sociedad; para al fin, crear democracias que respeten los derechos humanos.
Poco ayuda que el régimen saudí (amigo de EEUU y del rey Juan Carlos) aliente y
financie el terrorismo religioso.
La
erradicación de la violencia religiosa no llegará jamás mientras en las
escuelas de todo el mundo no se dé más importancia a la EDUCACIÓN en VALORES
como el RESPETO, CONVIVENCIA, DEMOCRACIA, SOLIDARIDAD... por encima de las
ideologías religiosas. ¡Qué obstinada obsesión por imponer a quien rezar! O
haciéndolo extensivo a los nacionalismos e imperialismos, a que bandera honrar,
en que lengua hablar...
No me gustan las religiones. Sus promotores viven del engaño a los fieles, muchos de los cuales son gente de bien. Los líderes religiosos más fanáticos pretenden imponer su orden, ideología y modo de vida mediante la coacción terrorista. Luego están aquellos que lejos de usar el terrorismo se dedican a la charlatanería; trileros de la palabra, que tomaron nuestras escuelas y no hay manera de sacarlos fuera.
La religión debe ser un acto íntimo, personal o colectivo ―siempre voluntario y no condicionado― que se manifieste en sus casas o en sus centros de reunión, llámense mezquitas, sinagogas, iglesias... No algo a "exportar" a los "infieles".
Quien quiera rezar, que lo haga al dios que quiera en el idioma que quiera. Quien no quiera, que no lo haga. Cada cual con su pensamiento y todos, siempre en PAZ.
«me siento triste»
Ignacio Achútegui Conde
Logroño, 5 de diciembre de 2019
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