La bandera nacional

En estos días del Mundial de Fútbol se ven por doquier numerosas banderas españolas. Gracias a un evento deportivo de primera magnitud en el que España es gran protagonista, algo que es completamente normal en todos los países, en España, en este país llamado España, comienza a serlo: la exhibición sin complejos de la bandera nacional.

Tristemente, todavía, quedan elementos, espero que residuales, que consideran que lucir la bandera de nuestro país es de “fachas”. Ante ello quisiera puntualizar:
  • El pueblo español, al aprobar mayoritariamente la Constitución de 1978, norma básica de convivencia política, aprobó el uso de la bandera roja y amarilla como bandera de España.
  • La bandera roja y amarilla fue aceptada, incluso antes de la Constitución por los partidos izquierdistas mayoritarios: PSOE y PCE, aunque existen personas en estos partidos que no la aceptan.
  • Por ello, quien califica de facha al portador de la bandera española es tan facha como el que más.
Además de estos razonamientos constitucionalistas, tal vez venga bien hacer algo de “memoria histórica”:
  • La bandera roja y amarilla no es la bandera de Franco ni de la monarquía.La bandera roja y amarilla es creada por encargo del rey Carlos III, muchos años antes de que el padre de Franco naciera, para distinguir los barcos españoles de otros cuya bandera era parecida. Luego, no es la bandera de Franco.
  • Es en tiempos de la reina Isabel II, cuando se oficializa algo que ya era un hecho consumado y la bandera roja y amarilla es declarada bandera de España por el gobierno constitucional progresista. Luego no es la bandera de la monarquía.
  • De hecho, la Primera República no la cambió y se siguió usando la bicolor roja y amarilla. Los reyes Alfonso XII, XIII y Juan Carlos I tienen su propio estandarte real.
  • Fue en la II República cuando se cambió por la tricolor; y el régimen de Franco, tras el golpe de estado de 1936, repuso la que desde su creación había sido la bandera de los barcos españoles, primero; y, posteriormente, la de España.

De todas formas, la ¿madura? democracia española debería aprender de la joven e imperfecta democracia sudafricana, donde hace unos años el rugby catalizó la consecución de una conciencia nacional y, donde, a pesar de haber cambiado de bandera o, tal vez  por ello mismo, también, ha primado el consenso y la ilusión por su nuevo estatus sociopolítico.

Por desgracia, entre nuestra triste y variopinta clase política no contamos con “ningún Nelson ni con ningún Mandela” capaces de aglutinar las lógicas discrepancias para reconstruir la conciencia nacional de este país, España, independientemente de la fórmula monárquica o republicana que, mediante consenso y tolerancia, podamos darnos, en pro de una convivencia en armonía.

Una aclaración: entiendo los sentimientos de quienes lucharon por unos ideales al amparo de la tricolor republicana pero tras casi 35 años de convivencia democrática, el periodo democrático más largo de nuestra historia, creo que la bandera roja y amarilla es claramente el símbolo de nuestra patria, como bien pudiera haberlo sido otro si, así, se hubiese estipulado; pero hoy por hoy y mientras no se alcance un acuerdo contrario la bandera de los españoles es roja y amarilla.

Desde mi patria chica, la Comunidad Autónoma de La Rioja.


Enviada al Diario La Rioja y a XL Semanal en la misma fecha por correo electrónico. En Diario La Rioja se publicó extractada y con alguna errata.

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