El Día de La Rioja y las Glosas Emilianenses (V.O. Extendida)

El mayor bagaje cultural de La Rioja y nuestra más extraordinaria aportación al mundo

 

EL DÍA DE LA RIOJA Y LAS GLOSAS EMILIANENSES 

(V.O. Extendida)

por Ignacio Achútegui Conde

 

                    La Rioja…, este pequeño rincón de España cuyo nombre se pasea por todo el mundo envuelto en vidrio mostrando el orgullo de su gente, su tierra y su trabajo. La Rioja…, los riojanos..., celebra, celebramos, una vez más, este nueve de junio, la fecha en que nos otorgamos carta de libertad y nos presentamos ante España mostrándonos cual somos (siempre lo habíamos hecho) y aún más importante, cual queremos ser.

La Rioja, cuya entidad etnocultural se pierde en la noche de los tiempos, se identifica con aquel reino de Nájera que tras la conquista castellana se diluyó y, por perder, hasta el nombre del reino quedó en el olvido, una vez que las gentes de entonces comenzaron a nombrar a esta región como Rioja, por su parte más occidental, alcanzando al final a la totalidad del territorio de aquel viejo reino. Desde entonces, riojanos nos proclamamos, al igual que lo hiciera en 1228 aquel clérigo de la diócesis de Calahorra de nombre Martino Pascasii (que pasa a la historia como la primera persona conocida que se autorreconoce como riojano) y, como pocos años después, el mismo Gonzalo de Berceo, «rïojanos», nombrará a los vecinos del santo Aemilianus, Millán para la actualidad.

                    En 1982, La Rioja se dota de un estatuto de autonomía, que recordemos tiene rango de ley. Con él se estructura una nueva organización en la gestión de nuestra provincia, ya reconocida provincia-región. Con la autonomía, llegan nuevos tiempos de prosperidad a esta tierra nunca antes alcanzados. La provincia había sido dependiente, bien de Madrid, bien de entes pseudorregionales instituidos de manera artificiosa. En aspectos universitarios, sanitarios, obras públicas… se dependía de una dirección que se encontraba cada una en distintas ciudades de nuestro entorno. Es con la constitución de la comunidad autónoma de La Rioja, que todo ello se acerca instalándose en la capital, Logroño, con el subsiguiente beneficio de la proximidad entre administración y administrados. ¡Cómo ha cambiado nuestra querida Rioja!

Por ello, cada nueve de junio celebramos el Día de La Rioja con el orgullo de ser riojanos y de haber conseguido hacer brillar nuestra estrella en el firmamento común. En este día, los distintos presidentes riojanos glosan las excelencias patrias en un discurso cada año más institucional y menos reivindicativo. Lejos quedan las emociones y ansias de aquellos primeros Días de La Rioja que, incluso, se daban en otras fechas bien diferentes, en el mes de octubre.

Cada nueve de junio, a la persona que ostenta la representación y dirección de nuestra comunidad se le llenará la boca con las palabras Rioja, riojanos, riojanas y otras como comunidad, identidad, y como no, lengua, idioma, Yuso, Suso y Glosas. Nuestra presidencia, como cada año, glosará con vehemencia el nacimiento de nuestro idioma en los monasterios de San Millán de la Cogolla y el compromiso de su mandato con toda actividad relacionada: Camino de la Lengua, Aula de la Lengua, Valle de la Lengua, toda vez que el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad ya fue otorgado por la Unesco.

                    Mi disidencia con las palabras de nuestros sucesivos presidentes, viene dada por su conformidad de facto demostrada con la situación de desamparo que sufre La Rioja ante ciertas situaciones de agravio. En lo económico, queda bastante clara la ineficacia de nuestros gobiernos regionales en el asunto de las vacaciones fiscales de autonomías limítrofes. La última y pesada losa sobre el asunto la ha puesto el gobierno de España que no reconoce autoridad alguna al artículo 46 del Estatuto de San Millán (recordemos…, rango de ley) para compensar, ni poco ni mucho (o sea nada), por los destrozos que las leyes vascas y navarras propician sobre nuestro tejido industrial y comercial, con las consecuencias en el mundo laboral de los riojanos.

Pero sobre asuntos políticos y económicos ya surgen muchas voces riojanas dispuestas a plantar cara y hacer bandera enmendando la plana a quien corresponda. Sin embargo, en el aspecto cultural, son contadas las que se erigen en defensa de nuestro patrimonio más universal, la Lengua y las Glosas Emilianenses, y que cada nueve de junio son citadas por nuestra presidencia como valor patrimonial en alza. Este año le toca a la señora Andreu y seguramente hablará con orgullo de nuestro bien literario más preciado, aunque, pasará totalmente por alto la circunstancia de que las Glosas fueron expoliadas de La Rioja hace doscientos años y siguen secuestradas en la Real Academia de la Historia.

                    Las Glosas Emilianenses suponen el primer vestigio que se conoce de lo que hablaban aquellos riojanos de los siglos X-XI, cuando Rioja comenzó a llamarse su tierra; cuando «se cansaron» de usar el latín, que ya solo conocían bien los clérigos y, precisamente, ellos fueron los que lo escribieron en sus libros de canto. Para quien lo desconozca, glosa es una anotación al margen de un texto para aclarar el significado de una palabra o del texto completo. Algo que aquellos monjes del medievo hicieron con la misma naturalidad que muchos de nosotros, como cualquier estudiante de época actual. Reciben el nombre de Emilianenses por haber sido escritas y halladas en San Millán de la Cogolla en un cantoral. Su relevancia estriba en que ―además de palabras sueltas, como en los códices de otras regiones― en San Millán se da un texto completo con una sintaxis y gramática nuevas, ajenas al latín. Por ello se considera ya un nuevo idioma, él que, tras una larga evolución de siglos, hablamos actualmente 600 millones de personas repartidas por todo el mundo.

Veamos lo fascinante del momento y lugar: en uno de los más importantes focos del saber medieval se constata el surgimiento de una nueva lengua a la par que un nuevo nombre para la región. Vemos como documentos jurídicos, eclesiásticos y literarios, de San Millán y su entorno, nombran esta tierra y sus gentes, y lo hacen ―con toda lógica, para que se entienda― en la lengua romance que aquellas gentes hablaban. El nombre de La Rioja quedará desde entonces unido al de nuestro idioma español, de aquel primitivo rivo de ogga y de aquel primitivo romance, llegaremos, a través de los siglos, a los actuales La Rioja y español.

Aquellos libros monacales permanecieron en San Millán durante siglos ―primero en Suso, y posteriormente, Yuso― hasta que en la primavera de 1821 el jefe Político de Burgos, Joaquín Escario Marzo se apropió contra la voluntad de los monjes y de los vecinos de San Millán de más de sesenta volúmenes, entre ellos, él que contenía las entonces desconocidas Glosas. Tras la forzosa exclaustración de los benedictinos en 1837, uno de los monjes, Faustino Matute, decide quedarse voluntariamente para proteger ambos monasterios, en una labor reconocida veinte años después por las autoridades que ya le otorgan nombramiento oficial. Su labor fue de extraordinaria calidad.

Los códices salieron de San Millán expoliados, no hubo cesión, ni venta, ni renuncia. Tras unos años de estancia en la delegación gubernamental de Burgos, se les pierde la pista por manos privadas hasta que son localizados y trasladados a la Real Academia de la Historia que en 1872 se convierte en su guardiana, situación que perdura en la actualidad.

                    Veíamos antes que las Glosas eran desconocidas en esa época ―o más bien, desconocida su relevancia como origen del español, no sería hasta 1911 cuando este dato lo aportaría el historiador Manuel Gómez Moreno―, aun así, ya desde temprano, fueron varias las voces que se levantaron solicitando la devolución de los incunables sustraídos y sobre los cuales jamás hubo renuncia:
  • En 1845, Eustaquio Fernández de Navarrete expresa que «sería de desear que se indague el paradero de tantos documentos para formar con ellos un archivo provincial».
  • En 1848, Juan Ferrer, de la Comisión Provincial de Monumentos [de Logroño] solicitó su reposición. La Comisión Central responde al Gobernador Civil con la intención de devolver el archivo de San Millán. Hecho que, visto está, no llegó a suceder.
  • En 1863, Francisco Navarro Villoslada, el célebre autor de Amaya o los vascos en el siglo VIII, consciente de la importancia histórica, artística, religiosa, lamenta el saqueo y emprenderá una campaña en pro de los monasterios para que el estado les devuelva su esplendor. Así se expresó: «La biblioteca estaba repleta de libros; ahora parecen sus estantes nichos de un cementerio profanado. El archivo era sin disputa uno de los más ricos en códices y escrituras indispensables para ilustrar la historia nacional: no diré lo que es hoy; me contentaré con referir lo que ha pasado ayer. No hará tal vez un año que ha llegado al monasterio una persona con autorización del Gobierno, y sacó del archivo los códices y papeles que tuvo por conveniente».

  • En 1878, Fray Toribio Minguella, agustino recoleto puso todo su empeño en recuperar los bienes, poniendo especial hincapié en los documentos y libros. Organizó y catalogó el archivo, pero no consiguió los tomos custodiados por la Real Academia de la Historia.

No será hasta 1978 cuando se tenga constancia de nuevas reivindicaciones desde La Rioja de nuestras Glosas. Serán organizaciones sociales, políticos, instituciones gubernamentales…, mediante notas de prensa o peticiones formales, quienes las reclamen:
  • 1978. Amigos de La Rioja.
  • 1980. Ignacio Pérez. Consejero de Cultura de La Rioja.
  • 1990. Ignacio Pérez. Presidente del Gobierno de La Rioja en sendas cartas al Ministerio de Cultura y a la Real Academia de la Historia.
  • 1990. Federación Internacional de Centros Riojanos.
  • 1995. Antonio García Aparicio. Diputado regional en el Parlamento de La Rioja.
  • 1996. Intelectuales riojanos.
  • 1996. Eugenio Mazón Verdejo. Presidente de la Federación Internacional de Centros Riojanos y del Centro Riojano de Madrid.
  • 2006. Pedro Sanz. Presidente del Gobierno de La Rioja.
  • 2009. Pedro Sanz. Presidente del Gobierno de La Rioja.
  • 2011. Jacinto Salazar y Emilio Lasanta del Partido Riojano.
  • 2017. José Ignacio Ceniceros. Presidente del Gobierno de La Rioja.
  • 2017. Javier García Turza. Profesor de Historia Medieval de la Universidad de La Rioja.
  • 2021. Partido Riojano. Presenta una pregunta-solicitud en el Senado, a través del Partido Regionalista Cántabro.
  • 2021. Marcelino Izquierdo. Redactor del Diario La Rioja.
  • 2021. Este que suscribe el presente artículo después de dos cartas al Diario La Rioja se dirige directamente a la Directora de la Real Academia de la Historia para solicitar la devolución o en su defecto una explicación de la negativa. «Naturalmente», sin respuesta.

                    A estas alturas de la historia, a nadie se le escapa la estrecha relación identitaria entre el riojano, su lengua, San Millán y las Glosas. Cada Día de La Rioja, cada aniversario de la proclamación de San Millán como Patrimonio de la Humanidad, cada discurso de toma de posesión… esa identificación sobrevuela y se posa cual Espíritu Santo sobre nuestras cabezas. Fueron estudiosos foráneos quienes descubrieron la magnitud del significado histórico de nuestras Glosas, el citado Gómez Moreno ―que fijo en ellas su certera vista de historiador―   y su amigo Menéndez Pidal ―que acuño aquello de «primer vagido de la lengua española» ―, sin embargo, habrían de ser monjes del propio monasterio de San Millán quienes crearían e impulsarían la idea de «cuna del español»

El P. Juan Bautista Olarte fue el primero en hablar de «cuna del español» y quien lanzó la idea de celebrar el nacimiento de san Millán y el milenario de la lengua y de instaurar un monumento a Gonzalo de Berceo. El sobrado entusiasmo del P. Olarte no fue suficiente para lograr aunar ambas efemérides en una sola fecha y así en 1973 se conmemoró XV Centenario del Nacimiento de san Millán y en 1977 el Milenario de la Lengua. Ambas efemérides pueden considerarse los primeros pasos hacia San Millán como Patrimonio de la Humanidad.

El P. Serafín Prado en un emotivo discurso en 1973, XV Centenario de san Millán, apeló a que los riojanos nos sintiéramos «legítimos herederos del patrimonio cultural que representaban las Glosas» (María de la O Andonegui, 2015) y en ello, bien estamos desde entonces. Aquel sentimiento de unión del pueblo de San Millán con sus monasterios ―y los tesoros que albergaban, hasta su desvalijamiento― se ha empoderado e impregnado con su esencia a todo aquel que, en cada rincón de nuestra comunidad, se identifica en su riojanía.

                    La propia Unesco pone de relieve esa necesidad de integración entre los bienes y el contexto social:

«papel fundamental que juegan las comunidades locales en el proceso de identificación, de protección, difusión y de gestión de los bienes, e insiste en la importancia que tiene la participación de la comunidad en la aplicación de la convención.»

Comité del Patrimonio Mundial, Unesco. París, 2012.

En el texto de París de 2012 se cita la Convención relativa a la protección del patrimonio mundial cultural y natural de noviembre de 1972 que supuso la creación de un marco legal internacional de protección común para el patrimonio cultural y natural. Resulta interesante como esta integración en la vida colectiva y la regionalidad ya se contemplaban en su articulado:

Articulo 5 Con objeto de garantizar una protección y una conservación eficaces y revalorizar lo más activamente posible el patrimonio cultural y natural situado en su territorio y en las condiciones adecuadas a cada país, cada uno de los Estados Partes en la presente Convención procurará dentro de lo posible:

 

a)       adoptar una política general encaminada a atribuir al patrimonio cultural y natural una función en la vida colectiva y a integrar la protección de ese patrimonio en los programas de planificación general;

 

e)       facilitar la creación o el desenvolvimiento de centros nacionales o regionales de formación en materia de protección, conservación y revalorización del patrimonio cultural y natural y estimular la investigación científica en este campo;

 

Convención relativa a la protección de

 patrimonio mundial cultural y natural. 1972

 

                    La negativa de la Real Academia de la Historia a tratar la devolución de las Glosas ―y demás documentos, legajos y libros― a su origen, del que salieron con la oposición de sus propietarios y de sus vecinos, podría contravenir el espíritu y la normativa de la Unesco; más aún, siendo la Academia una fundación privada.  Que el legado histórico de nuestra comunidad se encuentre encerrado entre unos muros privados ―con la aquiescencia del Ministerio de Cultura y Deporte y del Ministerio de Ciencia e Innovación― se alejaría demasiado de lo que pregonan distintas directrices de la Unesco.

En 2012, el Centro del Patrimonio Mundial publica el Manual de Capacity Building, «concebido como un instrumento para desarrollar aspectos como involucrar a la comunidad».

En 2013, ve la luz el Manual on Managing Cultural World Heritage que asigna al «patrimonio una función en la vida de la comunidad» y pretende establecer «una relación dinámica entre el patrimonio y su contexto para un beneficio mutuo». El documento en sus páginas prevé otorgar «responsabilidad de gestión no sólo a las instituciones y a los profesionales que trabajan en los sitios, sino también a la comunidad local y a las redes de personas interesadas en mejorar la gestión del patrimonio cultural.», todo ello en pos de satisfacer el anteriormente citado artículo 5 de la Convención.

                     Al inicio de esta disertación se expresa «el orgullo riojano de ser riojano», que no es ni más ni menos que el mismo sentimiento que se da en otras tierras de España. Precisamente, porque ese sentimiento e identidad van estrechamente unidos al hecho del nacimiento en nuestra tierra, entre nuestras gentes, de la lengua que compartimos con el mundo; precisamente, porque la generosidad no debe ser óbice para reclamar un patrimonio cultural que  nace en La Rioja y, por tanto, pertenece a esta tierra y sus gentes; precisamente, tras las justas devoluciones, mediante diversas sentencias judiciales, a Cataluña ―de los archivos de la Generalitat Catalana, que eran custodiados en Salamanca― y a Aragón ―del Tesoro de Sijena, que fue comprado ilegalmente―; precisamente porque no hubo venta, ni renuncia y han sido reclamadas desde siempre, el Gobierno de La Rioja debería demandar judicialmente las Glosas Emilianenses.

                    Las Glosas Emilianenses suponen el mayor bagaje cultural de La Rioja y nuestra más extraordinaria aportación al mundo.

enos siéculos de los siéculos

 Amén.

 

 

Logroño, 9 de junio de 2021

Día de La Rioja


Documento original que sirvió para la  Tribuna publicada en el Diario La Rioja el domingo 13 de junio de 2021, a escasos días de la celebración del Día de La Rioja 2021 y que resulta ser un extracto de este documento Pincha aquí para la Tribuna en mi blog  y  para ver la Tribuna en la web de Diario La Rioja, pincha aquí.

Para seguir todo sobre las Glosas Emilianenses pincha aquí

Episodio sobre las Glosas Emilianenses publicado en mi otro blog dentro de la serie de Episodios Riojanos, pincha aquí.

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