40 años de la autonomía de La Rioja
El nueve de junio, los riojanos estamos de fiesta. Un año más conmemoramos la fecha en la que nuestra tierra accedió a su autonomía en contra de todas las previsiones gubernamentales de aquel ya lejano 1982. Fue con la llegada de la ansiada democracia, tras la muerte del dictador, que La Rioja pretendió un salto mayor en el reconocimiento de su identidad, prosiguiendo en el camino marcado por los provincialistas decimonónicos, con el fin de alcanzar mayores cotas de bienestar para sus ciudadanos. En este año 2022, se cumplen con sendas cifras redondas dos importantes aniversarios para nuestra comunidad:
En primer lugar, en enero fue el bicentenario de la
creación de la provincia, acontecimiento que hubo de marcar un antes y un
después en el progreso socioeconómico de la región. Podemos tildar de
visionarios a aquellos próceres ilustrados que no cejaron en su empeño hasta
conseguir, mediante el Real Decreto de
27 de enero de 1822, el estatus provincial para una tierra que se hallaba
incompresiblemente partida entre las provincias de nuestro entorno, no obstante,
su marcada diferenciación geográfica, climatológica, económica, cultural…,
con el consiguiente abandono por parte de sus autoridades. Fecha que ha pasado
casi inadvertida por nuestro actual gobierno regional.
Y ya en segundo lugar, en junio es el cuadragésimo
aniversario de la constitución de la comunidad autónoma, que igualmente ha
marcado un antes y un después en similares términos. Es en 1982, que nuestros
representantes provinciales fueron capaces de llevar el entusiasmado sentir
popular por la autonomía a las Cortes y con ello la promulgación de la Ley Orgánica 3/1982 de 9 de junio, de
Estatuto de Autonomía de La Rioja; a pesar de los diversos contratiempos
promovidos desde dentro y fuera de La Rioja y desde el propio gobierno de
España de entonces.
Antes de continuar, quiero aclarar que debemos evitar la
tentación de confundir 1822 o 1982 como fechas fundacionales de nuestra región
o de su invención, como algunos dicen. ¡No! Los riojanos, desde las Conchas de
Haro hasta los Sotos de Alfaro, desde la Sierra al Ebro, no las confundimos. La
aparición de La Rioja para la historia se remonta al siglo XI cuando en la
parte más occidental del Reino de Nájera nace el nombre de incierto significado
y que navegará río Ebro abajo y los siete ríos arriba, hasta llegar a designar
toda la región. Ya en el siglo XVI, todo el Reino de Nájera será La Rioja.
Con
la autonomía, los riojanos vemos como esta tierra ha prosperado. Aquellos
parlamentarios que trabajaron, espoleados por un pueblo puesto en pie, por
hacer realidad aquel sueño, nos «regalaron» un
estatuto que habría de ser la locomotora para viajar a un prometedor futuro. Cuarenta
años después, puedo decir con orgullo que, de alguna manera, el Partido Riojano
estuvo allí. Cierto, estuvo en algunas de las personas que redactaron ese
estatuto de autonomía y que en diciembre de ese mismo año de 1982 serían padres
fundadores del Partido Riojano Progresista; hoy, simplemente, Partido Riojano. Así
pues, este 2022, en el PR+ celebramos un triple aniversario. Lo hacemos con los
pies bien asentados en el suelo, pero la mirada firme, siempre al futuro. En estos
cuarenta años, La Rioja ha viajado con maletas que iba llenando de logros,
pero... y ¡hay que decirlo!, en el camino se ha extraviado algún que otro baúl
de proyectos e ilusiones que nunca terminan de cumplirse.
No podemos caer en el triunfalismo ni la autocomplacencia
como nuestros gobernantes. Los riojanos vemos como los pueblos de sierra
continúan perdiendo servicios esenciales y con ello población. Nuestros
polígonos industriales no solo no se llenan, sino que se vacían «gracias»
al efecto frontera de las provincias forales vecinas, mientras el artículo 46
de nuestro estatuto, que nos compensaría, se incumple sistemáticamente por los
distintos gobiernos de España del PP y PSOE.
El éxodo de jóvenes perfectamente preparados supone una sangría de
profesionales y emprendedores que crearan riqueza, sí, pero no en La Rioja. En
infraestructuras, nos hemos quedado fuera de los itinerarios ferroviarios
principales, eso sí: con una mega estación en Logroño en la que apenas paran
alguno de los pocos trenes que pasan. Las obras del soterramiento han endeudado
considerablemente a la ciudad y a la comunidad, comprometiendo otros proyectos
de interés. La N-232 sigue sin desdoblarse, cuando en Zaragoza y Navarra hace
años que se hizo. Seguimos con una autopista de pago que debía haber sido
liberada en 2011, y ya se habla de un futuro pago por las autovías hasta ahora
gratuitas. El paisaje riojano se ve amenazado por la instalación de redes
eléctricas sobre nuestros emblemáticos viñedos y por gigantescos molinos
eólicos a diestro y siniestro en parajes de belleza singular como el valle de
Ocón. Nuestros recursos turísticos se hallan totalmente infrapromocionados. El
patrimonio artístico sufre tal abandono, que muchos elementos están condenados
a su ruina y desaparición. Yacimientos arqueológicos como Contrebia Leucade no
se hallan recuperados y puestos en valor lo suficiente para atraer el interés
de visitantes. Las Glosas Emilianenses siguen sin ser devueltas a su lugar de
origen. Asistimos estupefactos al deterioro sucesivo de nuestra sanidad.
También al asalto a la DOCa Rioja desde intereses partidistas de Euskadi.
A todo ello habría que sumar los ataques hacia la propia
supervivencia de La Rioja como comunidad autónoma desde sectores que nos niegan el derecho constitucional a la
autonomía y pretenden acabar con él. Con anterioridad, he remarcado con negrita dos leyes,
precisamente, para incidir en su rango de ley, y recordaré aquello de que las
leyes están para cumplirse.
Fieles a nuestra
historia, el Partido Riojano celebra con alegría estos cuarenta años, satisfecho
de haber acompañado a La Rioja en su viaje y trabajado por sus gentes, y mantenemos
nuestro compromiso con la reivindicación del espíritu del Estatuto de San
Millán para construir el futuro.
Ignacio Achútegui Conde
Junio 2022
Escrito con intención de publicarlo como Tribuna en el Diario La Rioja, al final no lo envié.
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