Cabritillos, cabras y cabrones

Érase una vez, en la  oscura noche de los tiempos, unos solitarios individuos que en un crucial momento tendieron la mano a sus congéneres. Había nacido la sociedad. Brotó de la necesidad de apoyo mutuo en las tareas cotidianas. Esta sociedad demandó unas normas, entonces surgió el estado y los jefes. Cuando estos jefes se vieron en peligro crearon la policía y el ejército.

Pasó el tiempo, el interés particular y de determinados grupos han borrado de los estamentos oficiales el origen de su poder y el fin de su misión que no son otro que la delegación de nuestros asuntos colectivos en manos de gente presuntamente preparada. Era el momento de estimularles la memoria, pero cuando el pueblo salió a la calle para recordar el sentido de su mandato, los jefes usaron la fuerza socavando la voluntad ciudadana.

Los gobernantes prostituyen la idea de sociedad cuando incumplen con su cometido y cuando, además, pretenden perpetuarse directa o indirectamente en el ejercicio del poder, ¡acaba de nacer el autoritarismo!, que en numerosas ocasiones va revestido de una ligera pátina democrática, un disfraz de cordero bajo el cual se oculta el lobo feroz de los cuentos de cerditos y cabritillos.

En estos cuentos siempre hay un cerdito sabio o una mamá cabra que con sus consejos y sus actos sabrán poner a salvo a los cachorritos. 

¡Lástima!, que esto no sea un cuento…

Comentarios

  1. ¿Desmentimos pues que el hombre es bueno segun dicta su naturaleza pero no es la sociedad quien le corrompe?

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  2. No tengo claro que sea así. Mi experiencia me confirma y me desmiente tanto la teoría rousseauniana como la contraria. Pero quizá puedo afirmar que la gran masa se halla entre aceptable y buena. Los muy buenos son pocos y los muy malos también solo que a estos últimos se les nota más por la repercusión de sus actos.

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